Mi imprescindible

mum

Ella no lo sabe, pero la observo muchas veces. Cuando está en su mundo mirando a un punto fijo, cuando murmura palabras fruto de los mil pensamientos que le rondan por la cabeza, cuando se cubre las ojeras y contempla el paso del tiempo o cuando besa su foto antes de acostarse.

Sé que muchas veces se siente sola, incomprendida y que otras tantas tiraría la toalla. Esa con la que siempre me sostiene para que no me caiga, con la que cura mis heridas y seca mis lágrimas.

Le cuesta ser feliz y se esfuerza por disimularlo. Y yo me esfuerzo para que sepa que la veo. Veo que es fuerza, constancia, belleza, trabajo, dedicación, enseñanza, amor y voluntad. Mi mejor maestra, mi insuperable ejemplo.

De ella aprendí a sacar una sonrisa en defensa ante cualquier adversidad. A luchar por los sueños por muchos pedruscos que aparezcan en el camino. A perdonar aun cuando no lo merecen y a mantener presentes a los que ya no están. A ser incansable, imparable y trabajadora. A dar lo mejor de mí hasta no tener aliento. Solo tengo que pensar en ella cuando tengo un mal día, donde todo es melancolía y dramas sin sentido. Mi aspirina-calmante-antidepresivo. Mi consuelo.

Lo mejor o lo bueno en mí se lo debo a ella, porque nunca deja de dar, hasta el punto de que dar la vida por mí sería un acto reflejo, eso lo sabe muy bien. Lo que no sabe es que me da la vida cada día que está a mi lado.

No sabe que disfruto con sus “te lo dije”, “eres de lo que no hay” o “ solo a ti se te ocurre”, porque siempre consigo sacarle una sonrisa con mis meteduras de pata.

No sabe que le quedan muchos besos y abrazos, algunos pendientes y muchos otros como recompensa.

No sabe que estaré satisfecha el día que consiga ser una mínima parte de lo que ella es, porque no me llegarían los años para escalar hasta su cima.

No sabe que nunca la voy a dejar sola, porque ella fue la que me demostró que se pueden curar las distancias. Que siempre estaré ahí, reciclando preocupaciones, compartiendo cargas, viviendo para vivir.

No sabe que ya es suficiente, que basta de sufrir, de cargarse los problemas a la espalda, de preocuparse por todo y por todos, de restarse salud.

No sabe que esto no es un punto y seguido, puede ser un punto y a parte.

No sabe que esto recién acaba de empezar.

Quién sabe, tal vez ya lo sepa porque es adivina, previsora y me conoce muy bien. De lo contrario, algún día se enterará y de esa forma espero enterarme yo de todo lo que no supe hasta ese momento.

Si algún día por casualidad lees esto no tengo ninguna duda de que no te digo nada que no supieras.

Te quiero mamá, mi imprescindible. Felicidades.

T.

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